La ley del espejo nos ayuda a comprender que todo aquello que nos afecta de otras personas, lo que nos hace activar mecanismos internos (de enfado, miedo, alegría, etc.) son, en realidad, factores que poseemos ya dentro de nosotros.
Podría decirse, de alguna manera, que es el inverso de la empatía: en lugar de experimentar vivencias de otras personas como nuestras, lo que ocurre cuando alguien nos produce, por ejemplo, rabia, es que nos “enciende” un interruptor que desconocíamos que teníamos.
La ley del espejo es el vivo ejemplo de la empatía, solo que a un nivel inconsciente: